Tuesday, June 06, 2006

El dilema

Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.

Yo quisiera escribirle, del hombre
domando el rebelde mezquino idïoma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.

Pero en vano es luchar, que no hay cifra
capaz de encerrarle, y apenas ¡oh hermosa!
si teniendo en mis manos las tuyas
pudiera al oído cantártelo a solas.

Gustavo Adolfo Bécquer.

...
Este es el dilema del escritor, llamese poeta o prosaico, consagrado o no. Nos enfrentamos, como dice Bécquer, a un problema ineludible: jamás lograremos plasmar fielmente en una hoja (sea electrónica si se prefiere) el indescifrable sentimiento humano. Es como la obra de un pintor: siempre las considera mejorables, hasta el punto de abandonarlas a medio pincelar como Da Vinci, al lograr idealizarla en su mente. Desde esta perspectiva, (y recuerdo haberlo escuchado alguna vez de fello, cuando vio mis escritos ilegibles por las tachaduras) dejemos pues que fluya la pluma -o las teclas- sin remordimientos posteriores, ya que, la obra original sólo es materia evocadora de aquella sensacion que vivirá por siempre en la idea.

Cambio y fuera/

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